martes, 7 de abril de 2009

Cotidiano (5)

He dejado de tolerar muchas cosas más, cada día que pasa la sangre me hierve por esa serie de incoherencias que la gente lleva a hombros y tan orgullosamente, donde se les olvida que su "felicidad" se basa en malas relaciones, en búsqueda sin límites de poder y pues en la mayoría de casos, en sus azañas de borracheras, sexo y valentía. Porque éso de demostrar quien es el más ágil se ha vuelto religión y quien es la que más pegue, es obligación para realizarse como ser viviente.

Seguramente, los ejemplos serán miles y la lista sea sinfin, pero por más que quiero conectar, dejar de ser tan intolerante y poder entablar conversaciones, la muchachada se dedica a crisis existenciales de virginidad, motivada por la falta de coheficiente mental para resolver sumas de un dígito y continuar creando esos lazos enfermizos de poder entre los que suponemos son de los nuestros. Estoy consciente que debo respetar, que posiblemente el problema sea yo y que finalmente mi timidez no sea más que una excusa para fingir un tanto de atención y sumergirme en esa piscina de gelatina púrpura de estupideces, pero no crean que mi molestia termina acá, creo que con todo lo anterior debo de aprender a convivir y hacer cara agradable mientras me pinchan muy sutilmente en la nuca.

Porque, la intolerancia rebota en mi cabeza, la transpiro mientras me relaciono y mi cuerpo trata a esfuerzos de no ahogarse, ya que en esta vida de todo hay y pues que les diré para todos y todas también, mientras camino sin prisa por esas veredas de mutantes a quienes la vida se les va, por quienes saben que hay otra cosa pero ha escogido ser éso y a un resto más que tratan de hablarme de cosas más allá de ipod, de sus genitales y con timidez hablan de su corazón. Gracias a los últimos, a ésos que nos reconocemos en medio de tanta hormona, en medio de tanta violencia solapada y permitida, en medio de tanta gana patética de ser alguien por lo menos dentro de sus cuatro paredes de cartón.


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