martes, 31 de agosto de 2010

Virus y anticuerpos

Con esa loca manía de adherime, esa gana de ser aceptada por el tejido y compartir los glóbulos rojos en colectividad con cierto grupo, me hizo meterme en un torrente sanguíneo apático y un tanto trasparente.  Ciertos elementos me llamaban, tratándome de involucrar en esos rituales propios de las transfusiones de sangre, cuando la enfermedad ha tomado el ser.

Respirando a ratos, dejándome llevar a pocos, las fibras me hacían cosquillas, mis deslizamiento por momentos era empujado por ese único ser que me hace vincularme con ese nuevo espacio.  Todo acá es más complicado, las telecomunicaciones se bloquean y mis sentimientos se ven vulnerados.  El olor me provoca empacho, las caricias me aruñan y ciertas conversaciones me pinchan.

El ritual lo dejé, sentándome a la orilla de una vena, frente a a los nervios que se congestionan y tensan, creo que esta misión no es para mi inexperta destreza.  Ahora a ratos volteo, tratando de descifrar cómo carajos hacen para hacerse finalmente, tejido.

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