martes, 6 de diciembre de 2011

Piedritas de río

El agua corre, tan rápido que helada los dedos, tan ligero que se sienten cosquillas en las palmas y tan cristalino que se piensa que es un juego visual que la imaginación, crea.  La maleza de siglos cubre las piedras, entre humedades y partes secas los peces hacen sus nidos como aves en altos árboles en sitios sin descubrir. 

Muy cerca de la orilla enormes rocas, que crecieron como flores silvestres para proteger los alrededores de esa mierda de basura que la gente deja caer desde las tuberías a miles de kilómetros de allí.  El sitio se aromoniza, entre el silvar de las aves de paso, los renacuajos que juegan a ser ranas y las piedras que se deslizan una a una por los riscos.  Los árboles se mueven y bailan con el viento cálido y dulce de las frutas, que a pedazos son robadas por monos que se creen dueños del lugar.  Cada quien en su sitio, las flores en puños dentro de floreros de madera virgen, se esparcen por la corriente, iluminada por las luciérnagas sin tregua, mientras las abejas roban polen para alimentarse del otro lado de la corriente. 

Y así pasan los días, con ofrendas de palmeras, bambú y torres de piedritas tornasol.  El agua lava, purifica el ambiente, y en silencio se esconde de los caminos anchos, de la explotación y de la maldad de ponerle precio a algo invaluable.

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