lunes, 27 de febrero de 2012

Esa canción que me gustaba

¡Ya no quiero que lo hagas!, nunca te lo había dicho, pero hoy es el día.
Tu voz me destruye desde adentro, me rompe como sol de verano en piel arenosa.
Los recuerdos los dejé ir, no te lo dije pero así fue.
Los besos que tanto deseo darte se quedaron colgados entre la urbanización occidental.

La luna, ¿ahora éso preguntas?  Se ha ido lejos, muy lejos de tu ventana.
Calla, no me digas que vuelva, no me lo pidás, porque desde ayer te arranqué.
Fue más fácil de lo que me había imaginado, como una curita de hospital público.
Aunque he de confesarte que como mañana, seguramente no parará de sangrar.

Los ritmos aun suenan, ¿los escuchás? pues será lo único que nos quedó.
Las frases sueltas y promesas de vidas futuras, las ganas de tenernos hasta el fin, 
son historias pasadas que seguramente pronto olvidarás entre la distancia y el silencio.

Ahora duerme, duermo, lejos como siempre fue.

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