lunes, 11 de junio de 2012

Levedad

Bajo la nota más alta que aquella voz logró expulsar de la garganta, el agua se reprimió, la gente en cámara lenta nos quedamos sin quedarnos en el mismo lugar.  La vibración fue suave, lenta y bajo una especie de sueño colectivo, soltamos los brazos y sin decirnos nada, de nuestro cuerpos salieron umbrales multicolores.

Nos cubrimos, sin maldad, siguiendo el sonido afinado y único que venía de la estructura metálica y llena de texturas infinitas.   Sin vernos avanzamos, sin tocarnos caminamos y sin conocernos fuimos una sola masa detonante de energía y éxtasis.  Los sentidos no necesitaron basura prefabricada, los sentimientos nos tomaron sin mediar palabra y con los ojos llenos de lucidez, flotamos lejos de los cuerpos a los que estábamos condenados.

La voz se intensificó, sin respiro generaba matices dulces y tonos fuertes que nos impulsaban a través del viento, la luz nos giraba de un lado a otro, entre risas y cosquillas, nuestras miradas se cruzaban con cierta felicidad, aquella que sólo la complicidad puede provocar.  Llenos de ese amor de pensarnos lejos y sintiéndonos finalmente libres, explotamos, en partículas disolventes para mezclarnos con el agua, que volvió por la masa multicolor.

La voz no dejó de sonar, hasta que la tierra se había abonado, con todo lo que dejamos atrás.

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